Comunicación e Internet: La revolución que no cesa

En las últimas semanas la polémica sobre algunos Youtubers que han trasladado su residencia a Andorra ha llevado a numerosos análisis y reflexiones sobre este fenómeno de jóvenes “influenciadores” que consiguen audiencias millonarias, muchas veces superando a los medios convencionales de mayor relevancia. Además de Youtube, plataformas como twitch.tv están consiguiendo una gran popularidad, sobre todo entre los segmentos más jóvenes. Se habla de una generación que ya no ve la TV convencional ni escucha la radio, sino que obtiene su entretenimiento a través de estos canales online, gratuitos y a la carta. Las estadísticas se disparan y con ellas las cifras económicas. En las últimas dos décadas los cambios en la forma de comunicar han sido constantes o, mejor dicho, parece que son cada vez más rápidos. Estamos en una auténtica revolución propiciada por el acceso a Internet y lo que supone de globalización y democratización de la información, en la que influyen actores tan importantes como la web, las redes sociales y las grandes multinacionales tecnológicas.

Esta revolución está cambiando radicalmente la forma en que debemos afrontar los planes de comunicación de empresas, instituciones y cualquier otro tipo de entidad. El peso y equilibrio de los medios, así como los gustos y preferencias de la audiencia cambian tan rápido que nos obligan a estar revisando constantemente nuestras acciones y estrategias. Hay que observar el panorama con amplitud de miras, siendo conscientes de la importancia de adaptarse a los nuevos tiempos y también de la necesidad de analizar y tomar las decisiones adecuadas en cada caso.

Si algo es común en estos nuevos formatos de comunicación es la velocidad y rápida adaptación a un panorama en cambio constante. Actuar con decisión y aprender de las experiencias es la forma de adaptarse a un medio tan complejo como apasionante. Quien se deja llevar por el vértigo acaba paralizado, y ese es el peor de los escenarios. Siempre tenemos la tentación de pensar que el momento que nos toca vivir es el más complejo, pero en definitiva todas las generaciones deben adaptarse a nuevas circunstancias que cambian la forma de ver el mundo. Quizás ahora las cosas van más deprisa, pero también tenemos más recursos que en el pasado. Aprovecharlos depende de nosotros.